El placer de los extraños (1990)
La película El placer de los extraños, dirigida por Paul Schrader en 1990, adapta la novela homónima de Ian McEwan publicada en 1981. Con guion de Harold Pinter, la cinta convierte la prosa contenida y perturbadora de McEwan en un relato visual cargado de tensión psicológica, explorando el deseo, la manipulación y la violencia en un entorno aparentemente idílico.
Schrader utiliza la ciudad de Venecia como un personaje más: sus calles laberínticas, su belleza decadente y su aura de misterio refuerzan la sensación de desorientación. La fotografía de Dante Spinotti aporta un tono elegante y sombrío, mientras que la música de Angelo Badalamenti intensifica la tensión emocional. La película se convierte en un espacio donde lo bello y lo siniestro conviven.
Natasha Richardson y Rupert Everett interpretan a Mary y Colin con naturalidad y vulnerabilidad, mientras que Christopher Walken y Helen Mirren, como Robert y Caroline, ofrecen actuaciones magnéticas y perturbadoras. Walken, en particular, encarna la fascinación y el peligro con una intensidad que marca el tono de la película.
El placer de los extraños es una adaptación que respeta la voz literaria de McEwan y la traduce en imágenes hipnóticas y perturbadoras. Schrader logra una película que es al mismo tiempo elegante y inquietante, un espejo de la fragilidad humana frente al poder de lo desconocido. Una obra que demuestra cómo literatura y cine pueden dialogar para intensificar la experiencia del desconcierto.
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